Turismo rural, asignaturas pendientes

Por diversas razones “profesio-personales” he pensado que en este post sería interesante abordar el fenómeno del turismo rural o cómo el ancestral alquiler de habitaciones en casas de campo particulares se ha convertido en un negocio con cara y ojos… y mucho futuro por delante. La verdad es que en el terreno personal lo considero una de las mejores opciones para una escapada de esas que el cuerpo te pide cuando necesitas desconectar de la ciudad. En el aspecto profesional, me he parado a pensar y, aunque este tipo de turismo ha convivido siempre con el de tipo estándar (hotel, apartamento, camping, etc) su desarrollo a lo largo de los últimos años le ha hecho adquirir un peso específico dentro de la oferta de alojamientos de cualquier destino turístico.

Teniendo en cuenta que España posee una elevada riqueza turística en cuanto a destinos rurales es lógico pensar que el futuro de los propietarios que alquilan sus casas con este fin debería ser muy halagüeño. Sin embargo, ¿qué aspectos influyen positiva o negativamente en esta realidad? ¿Son otras tipologías de alojamientos su principal competencia o lo son ellos mismos por la falta de experiencia en plantear una oferta diferenciada? ¿Utilizan los propietarios herramientas adecuadas para darse a conocer?  ¿Es la legislación actual su enemiga o su aliada? ¿Apoyan los propios destinos el uso y crecimiento de este tipo de negocios?

Foto de casaruralpaisvasco.net

Yo misma, que siempre he veraneado en un pueblo de Cantabria (encantador pero con escasa oferta hotelera) he sido testigo de la evolución de estos socorridos acomodamientos en manos de propietarios que empezaron con muy buena voluntad, pero con poco o ningún criterio comercial. En ese entorno, las habitaciones o casas rurales nacían de la pura necesidad de dar respuesta a una creciente demanda de camas y aunque he de reconocer que con los años he notado un aumento de variedad y calidad, en la mayoría de los casos aún queda mucho camino por recorrer.

Según un artículo publicado en Hosteltur el turismo rural en España no ha logrado recuperar aún las cifras anteriores a la crisis. Y aunque en los meses de verano se han registrado aumentos de las estancias (sobre todo gracias a la demanda extranjera), la temporada ha estado marcada por vacaciones más cortas, reservas de última hora y guerras de precios, lo que ha perjudicado los ingresos. Pero la principal razón de su situación está en el estancamiento del mercado emisor español, su principal fuente de ingresos. Y ahí es dónde surge otra pregunta ¿cómo un empresario de estas características puede prepararse para buscar su clientela fuera de nuestras fronteras? En mi modesta opinión, entre las posibles soluciones estaría el perder el complejo de inferioridad y que, ayudados por la Administración y apoyándose en los servicios de compañías privadas proveedoras, comenzasen a profesionalizar su negocio tanto de cara al cliente nacional como al internacional. Por otro lado, considero fundamental realizar una apuesta firme por el mundo online. Ello implica aparecer en plataformas de promoción especializadas en el sector y en plena fase de expansión como Escapadarural.com, crear webs en varios idiomas, incorporar motores de reserva online, participar en redes sociales, ampliar canales de comercialización (Atrápalo, Let’s Bonus), invertir en formación, generar ventas cruzadas con otros negocios complementarios de la zona (excursiones, restaurantes, etc).

Según el INE, el número de establecimientos con esta clasificación ha aumentado en 10.000 en los últimos diez años. Sin embargo, el aumento de plazas ha ido acompañado por la falta de un sistema homogéneo de clasificación reconocible por el mercado. Casi cada comunidad autónoma ha sacado su propio sistema de clasificación de turismo rural, con 2, 3 ó 4 niveles, lo que ha creado confusión entre sus clientes, sobre todo los extranjeros. Sin embargo, esta disparidad tiene los días contados, ya que los grandes grupos turísticos están cada vez más interesados por este tipo de oferta con lo que todo apunta a que sólo quedarán los sistemas de clasificación más útiles y relevantes. Prueba de ello es el caso del proyecto que tiene entre manos TUI, el touroperador receptivo más grande de España, que ha comprado un pueblo de La Toscana para poner en marcha un complejo de lujo que incluye un hotel boutique (ubicado en una antigua fábrica de tabaco y que contará con 32 habitaciones), casas rurales y apartamentos, restaurantes y un campo de golf de 18 hoyos.

Actualmente en España existe una carencia respecto a la cultura de la subvención y falta de complicidad entre sector público y privado. Además, en el caso concreto de los negocios de turismo rural ilegales no se actúa en contra porque, básicamente, hay ausencia de denuncias. La falta de tejido empresarial y la mera existencia de un colectivo de propietarios es una de las claves para entender este contexto. Y es que a menudo se acogen a subvenciones para poner en marcha proyectos que mueren al poco tiempo, haciendo también complicada la profesionalización del sector.

En definitiva, un panorama de luces y sombras se teje en torno a una tipología de turismo que, en mi opinión, posee mucho potencial pero también una larga lista de deberes por delante.